En general todos pensamos que la vida es un ciclo, pero luego la realidad es muy distinta. Por acontecimientos recientes, la vida me ha demostrado que tiene su propia manera de proceder y no es otra que sorprender tanto para bien, como para mal. No es algo que se pueda planificar totalmente. Pensamos que siempre tendremos todo el tiempo del mundo y priorizamos según el momento vigente, pero en determinadas situaciones puede ser un error, porque las circunstancias lo pueden cambiar todo en solo un instante y hay cosas que no se pueden recuperar.
Esta frase la encontré hace unos días: “lo importante no es lo que nos hace el destino, sino lo que nosotros hacemos de él”. A mi parecer, entre líneas, esconde una lección vital y para mí quiero focalizarla en la felicidad. Lo veo algo así como intentar ver algo bueno en lo cotidiano; aprovechar el tiempo haciendo aquello que nos haga sentir bien; no dejar escapar las oportunidades; hacer lo que nos apetezca en cada momento y por qué no, también alguna locura; no ocultar las emociones, porque no podemos evitar lo que sentimos, pero sí decidir la manera en la que nos influirá; sacar un aprendizaje y ponerlo en práctica de forma positiva. Al fin y al cabo, yo soy de las personas que piensa que los errores son los que más ayudan a saber lo que uno realmente quiere para su vida y esa es la huella que te han de dejar para no cargar con cuentas pendientes sin solucionar cuando tuvimos oportunidad.
Porque en algún momento, todos pasaremos a formar parte de las estrellas y es importante que el legado que dejemos, lo hayamos disfrutado para que luego sea felizmente recordado.
La felicidad debe aprovecharse en el momento que se presenta
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