Cuando somos niños solemos oír: “Cuando seas mayor podrás hacer lo que quieras”, y lo asociamos básicamente a la independencia. Esa libertad de poder hacer lo que quieras sin tener que dar más explicaciones.
Muchas veces, cuando una persona tiene discapacidad, es fácil que el proceso sea al contrario, es decir, se puede dar que otros sean los que tomen las decisiones, bien sea dar por sentado cual sera tú opinión, por simple sobreprotección o por desconocimiento.
Pero nada más lejos de la realidad. Las personas con diversidad funcional, en mayor o menor grado, aspiramos a poder tener capacidad de autogobierno y hacer una vida independiente. Desde nuestra posición queremos alzar la voz y reivindicar este derecho que favorece nuestra autonomía personal e inclusión social.
Dependiendo de cual sea el tipo de diversidad funcional hay distintas alternativas:
- En cuanto a lo que discapacidad psíquica se refiere, se puede conseguir gracias a la terapia ocupacional y a la formación de transición a la vida adulta, ya que su objetivo es desarrollar las capacidades y habilidades de autocuidado y autonomía personal.
- Para las personas que tenemos movilidad reducida existe la figura del cuidador, cuya finalidad es cubrir tareas de la vida cotidiana que abarcan desde las necesidades básicas de cuidado personal, hasta ayuda en la movilidad. Habitualmente es desempeñada por miembros de la familia, como madre, padre o hermanos, y también personal del ámbito sociosanitario.
- También se está implantando el perfil del asistente personal. Sus funciones pueden abarcar desde ayuda para realizar las tareas domésticas, hasta otras funciones como acompañante en el día a día para realizar gestiones o incluso en el tiempo de ocio.
Pero en cualquier caso, todos los recursos tienen la finalidad de promover y favorecer que las personas con cualquier tipo de diversidad pongan en práctica la autoafirmación personal y así poder ejercer el derecho a vivir la vida elegida.
Un acuerdo con nuestros cuidadores, familiares o asistentes para que tengan en cuenta nuestra opinión en todos los ámbitos de nuestra vida, debería ser el punto de partida para establecer una relación de fuerte confianza y complicidad.
Toda persona, tenga diversidad funcional o no, es dueña de su vida y debería poder elegir su destino.
La vida es plena cuando no existen barreras
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